¿Nos lanzamos a por un reto?
Te cuento una técnica antibloqueos infalible
¡Hola! Gracias por pasarte por aquí. Mi nombre es Elena Martrod y no me callo nunca. Soy artista multidisciplinar, aunque oficialmente mi profesión es el periodismo. Amo narrar, tanto con palabras como con imágenes, desde detrás de la cámara o sobre un escenario. Te doy la bienvenida a esta pequeña familia creativa
Comencé a escribir oficialmente cuando tenía 13 años. Entonces escribía y escribía, sin filtro ni fin, era un pozo sin fondo de imaginación; y mis fijaciones (tan habituales en la neurodivergencia, aunque por aquel tiempo simplemente parecía una adolescente obsesionada con cuatro o cinco temas) eran más que suficiente inspiración para satisfacer mis necesidades. Te cuento un poquito más sobre esto en mi primer post, pero porfi, no te salgas de aquí todavía. Esto es puro link building.
En aquella época no se me había ocurrido que pudiera haber técnicas específicas para provocar ideas. Pero en 2006 me apunté a un curso de relatos de ficción y un mundo nuevo se abrió ante mis ojos. Todavía conservo los cuadernos que utilizaba (sólo tengo que localizarlos…), y que, seguro, me darán mucho material para esta sección. Sin embargo, la técnica que nunca olvidé fue la que le da titulo: el binomio fantástico, de Gianni Rodari.
¿Quién?
Gianni Rodari fue un escritor italiano que dedicó varias de sus obras a la exploración de conceptos narrativos y herramientas que pueden facilitar a los escritores su labor creativa.
Hoy vamos a hablar de una técnica muy sencilla y eficaz para fomentar el pensamiento divergente, es decir, esa forma de pensar en la que de repente sentimos que nuestra mente está hilando ideas, incluso lanzando miles a la vez, como si de un cañón de confeti se tratara en un espectáculo de magia. El inigualable BINOMIO FANTÁSTICO, descrito en Gramática de la Fantasía de Rodari.
Realmente es bastante sencillo. Imagina que estás esperando el metro, estás intentando documentarte sobre las desapariciones de varios jóvenes que tomaron esa misma línea hace unos días. La última vez que los vieron fue en el andén, de hecho, hay grabaciones que lo demuestran. En consecuencia, el tren ahora no lleva viajeros. Se ha extendido una especie de leyenda negra en torno a la línea y el andén. La siguiente estación está cerrada. Subes al metro y un escalofrío recorre tu espalda mientras las puertas se cierran tras un pitido intermitente, irritante e innecesariamente estridente. Mientras piensas si esos adjetivos tan seguidos quedan bien, el tren comienza a frenar, dando tirones con los que te mueves sin querer. Es molesto, pero te aguantas, tampoco hay nada que puedas hacer. Sacas tu libreta para anotar las sensaciones, no quieres desperdiciar ningún detalle. Hay un olor metálico y frío en el vagón.
Las luces de todo el tren comienzan a parpadear y, aunque las puertas no se han abierto todavía y el tren no ha terminado de frenar, el pitido vuelve a sonar. En qué hora te has metido en esta… Si ni siquiera te pagan bien en las prácticas… Las luces se apagan completamente por unos segundos y sientes que el corazón se te va a salir por la boca. Por fin, cesa el estruendo y lo único que oyes es el roce de las hojas de una tijera al cerrarse. Te levantas del asiento, ni siquiera recuerdas haberte sentado. A oscuras, guardas tu libreta y te acercas a una de las puertas, deseando llegar a la parada. Vuelve la luz, acompañada del leve tintineo de las lámparas del vagón. La puerta de la cabina del conductor, que sigue a oscuras, está abierta. De perfil, sólo asoma un brazo desde el codo hasta la punta de los dedos. El tintineo sigue ahí, incrustado en tu cerebro, ya te has acostumbrado a ver en recortes de luz arrítmicos. La mano sostiene un mechón de pelo largo y algo despeinado. Te llevas la mano a la cabeza. Es tuyo.
Se me ha ido totalmente de las manos el ejemplo, pero es que cuando iba a explicarlo me pareció que sería más divertido hacerlo mediante un relato breve ya terminado. El binomio fantástico consiste en crear una historia conectando de alguna manera, más o menos rocambolesca, dos palabras (aunque también podríamos usar dos frases, o innovar, dos sonidos, dos imágenes…) que a priori no tengan conexión. En este caso, yo partía de las palabras “metro” y “tijeras”. Lo genial de este ejercicio es que si lo hacen varias personas con las mismas palabras, se llegará a relatos completamente diferentes, cada uno en función de su autor, con su bagaje y sus vivencias, lógicamente.
Para inaugurar esta sección, que en principio saldrá todos los viernes, me apetece sugerir un reto de escritura: ¿te animas a escribir tu propio relato breve uniendo las palabras “metro” y “tijeras”? Puede ser cualquier tipo de metro: una cinta métrica de costura, uno de carpintería, el transporte, la unidad de medida…
Si te animas, cuéntame cómo vas a compartir tu historia. Puede ser aquí, en comentarios, o en tu propia newsletter mencionando este post para que más gente pueda unirse.
buena propuesta, es un juego divertido.
Las tijeras se habían perdido en ese caos ordenado de multitudes de objetos tan llenos de misterio, sabia que la ultima vez que las use fue para recortar aquella foto donde estaba aquella persona que nunca volví a ver.
Recuerdo que fue un domingo en el que el timbre sonó estrepitosamente, yo andaba colocando calcetines sueltos en la bolsa de los que como yo andaban desemparejados, pero aun así no dejaba de usarlos. Fui a la puerta y una persona con un mono de trabajo estaba del otro lado, pregunte que que quería y el con voz áspera me pregunto si tenia un metro por casualidad que era de máxima urgencia, yo estaba aun en bata pero recordé que tenia uno en el costurero, le dije que esperara un momento. Abrí el cajón y junto a las tijeras estaba el metro. Al abrir la puerta vi a aquel hombre corpulento hablando rápidamente tras esos ojos enjutos y misteriosos. ¿perdona que decías? Perdona mira mi compañero es un poco incrédulo cuando le cuento que nunca uso el metro porque tengo una habilidad especial con las medidas y quería demostrarle que un paso mio es un metro, o que un palmo son 15 cm y esta en juego una cena.
Me pareció tan divertido que fui a comprobarlo yo también... Diez años mas tarde siguió haciendo de mi vida un encuentro de espectaculares aciertos, hasta que nuestras vidas se separaron al perder la habilidad de medirnos y solo utilizar la tijera mutilando cada pedazo que dejo de ser de nosotros mismos. Eso es... ya se donde se encuentra mi tijera, la tire tras la despedida porque desde entonces ando recomponiendo este rompecabezas que seccione para dejar de serme como siempre me he sentido.
Asi ha quedado este juego de tijeras y metro, midiendo lo que uno se corta para no perderse entero. gracias y suerte con el proyecto.
Woooow me apunto!!! ✂️ 🚆